Son varias las características de los regímenes fascista y nazi de la Europa de entre guerras: totalitarismo, antiliberalismo, anticapitalismo, antimarxismo, el carácter contrarrevolucionario, el autoritarismo, militarismo, ultranacionalismo, liderazgo carismático, propaganda, terror y la xenofobia...
ACTIVIDADES
A través de los textos saca las características esenciales del fascismo y nazismo.
Describe e interpreta las imágenes: 1 y 2.
MILITARISMO Y AUTORITARISMO
El fascismo concebía la sociedad como una organización militar más. Había de formar organismo donde cada individuo ocupa un lugar determinado y desarrolla una función específica. En el seno de ese organismo no tenían cabida las discrepancias o disensiones. Como en toda organización militar, la autoridad, la disciplina y la fuerza relegaban la igualdad, la libertad de acción y el pacifismo. La erradicación de todo aquello que contraviniese esos principios se llevó a cabo mediante el empleo de la violencia.
Se contó con el concurso de fuerzas de carácter paramilitar: SA nazis,camisas negras italianos o falangistas españoles, que junto a los cuerpos regulares de la policía y otros de carácter especial (ejemplo: Gestapo alemana), fueron los encargados de anular los elementos hostiles al Estado.
El fascismo potenció el papel de las fuerzas armadas, esenciales para poner en práctica los planes de expansión territorial que permitiesen ensanchar el espacio vital del pueblo y vengar los "agravios históricos" sufridos por la nación. En Alemania la “teoría del espacio vital” se puso en práctica a partir de 1938, con la anexión de Austria, Checoslovaquia y Polonia.
Los estados fascistas diseñaron una compleja escenografía con el fin de exaltar y glorificar los valores de la milicia, transmitiendo a la sociedad un sentido guerrero de la vida. Mediante imponentes y pomposos desfiles congregaron auténticas muchedumbres para enardecer el patriotismo. Los niños y jóvenes recibieron una educación basada en los valores castrenses: el uso de uniformes de carácter pseudomilitar (camisa negra en Italia, parda en Alemania, azul en España, etc) y los gestos y actitudes marciales (saludo fascista).
ULTRANACIONALISMO
Los fascismos pretendían alcanzar la unidad y la identidad nacionales, desde una visión conservadora, excluyendo y hostigando a quienes pueda poner en peligro tal aspiración, ya sean otras naciones o elementos considerados extraños como las minorías raciales (judíos, gitanos, etc). El nacionalismo fue alentado y utilizado como arma política contra otros estados, creando un ambiente de xenofobia, rencor e intransigencia que originó tensiones y conflictos. Hubo casos en los que los sentimientos nacionales se exasperaron, como las regiones de Alsacia y Lorena, en poder de Francia a raíz del Tratado de Versalles, o la parte oriental de la Prusia alemana, bajo soberanía polaca.
En febrero de 1938 Hitler anexiona Austria al III Reich. Parte de la población austríaca, de habla y cultura germánicas, vio con agrado esta acción que había sido prohibida por las potencias vencedoras tras la Gran Guerra y que formaba parte de las reivindicaciones nacionalistas alemanas. Frente a este ambiente de ultranacionalismo, las principales potencias democráticas reaccionaron con tibieza, adoptando una estregia conocida como "política de apaciguamiento", basada en el mantenimiento de la paz pese a las provocaciones y hostilidad de las potencias fascistas. En septiembre de 1938, por el "Pacto de Munich", el Reino Unido y Francia concedieron a Hitler licencia para anexionarse gran parte del territorio de los Sudetes (Bohemia-Moravia), perteneciente a Checoslovaquia y donde residía una importante minoría de origen alemán. Los acuerdos de Munich resultaron un fracaso, pues meses más tarde(marzo de 1939), Hitler invadía la totalidad del territorio checo. El ataque a Polonia (septiembre de 1939) culminaría esa escalada de agresiones, originando la Segunda Guerra Mundial.
Liderazgo de un jefe carismático
Los fascismos trataron de conseguir la armonía social bajo la benefactora acción de un jefe ("duce, führer, caudillo"). El jefe debía rodearse de una élite competente, preparada y "portadora de la razón y la verdad". Los individuos eran considerados ineptos para la asunción de responsabilidades y la toma de decisiones por sí mismos, su papel en la sociedad fascista era el de súbditos, no ciudadanos de pleno derecho. El jefe debía estar dotado de un especial carisma que lo distinguiese del resto de los mortales y aglutinara las diferentes tendencias dentro del poder.
Ante el líder solo quedaba actuar con una fe ciega expresada a través del culto a la personalidad. Además de su papel dirigente, la misión de jefe era servir de guía del pueblo, ejerciendo sobre él una labor benefactora y paternal.
La propaganda se encargó de glorificar insistentemente ese papel, haciendo uso de todos los medios a su alcance. Especialmente útil fue la radio que se encontraba presente en numerosos hogares.
Empleo de la propaganda y el terror
Para atraerse a las masas, los regímenes fascistas pusieron gran empeño en controlar los medios de comunicación, especialmente, la radio y la prensa. Una vez en el poder abolieron la libertad de opinión, persiguieron a los periodistas independientes y utilizaron masivamente la propaganda para inculcar valores como patria, jefe, raza, etc. Maestro sin igual en esas prácticas fue el Ministro de Propaganda del III Reich, Joseph Goebbels. Se empleó el terror, la delación, la represión y la reclusión en campos de concentración, valiéndose incluso del asesinato. Simultáneamente, se pretendió ofrecer una imagen atractiva del régimen, tanto en exterior como en el interior, mediante el empleo de una parafernalia grandilocuente: exhibición de vistosos uniformes, saludos marciales, despliegue de banderas y estandartes, brillantes desfiles militares presididos por los jerarcas, discursos, etc. Se intentaba de ese modo impresionar a las masas y llevarlas a un orgullo patriótico.
Racismo y xenofobia
Todo aquello que el fascismo interpretó que podía descomponer una sociedad uniforme y rígidamente estructurada fue perseguido. Así ocurrió con las minorías raciales (judíos, eslavos, gitanos, etc).
En la Alemania nazi estos grupos fueron en principio aislados para evitar que contaminasen a los "ciudadanos normales"; más tarde se procedió eliminarlos desde una visión que perseguía contribuir a la idea eugenésica de mejorar la raza aria, considerada como superior e identificada con el pueblo alemán. Otros pueblos, racialmente impuros (ej., los eslavos) fueron objeto de desprecio o persecución y, en cualquier caso, puestos al servicio de los intereses de esa raza superior.
Especialmente significativo fue el caso de los judíos, a quien los jerarcas nazis responsabilizaban de ser el origen de los males que aquejaban al pueblo alemán y, por lo tanto, merecedores de ser destruidos. Para ello se planificó la“solución final”.
En otros países (Italia, España) la xenofobia y el racismo, si bien estuvieron presentes en su discurso ideológico, no llegaron a alcanzar el grado de encono, violencia y sistematización que en la Alemania hitleriana.